También denominada terapia de dióxido de carbono (TDC) se basa en la administración mesoterapeutica de CO2 con finalidad médica y/o estética. Las propiedades curativas de los vapores ya se describian durante el siglo medio, sin embargo el ejemplo más representativo resulta de la favorable evolución de pacientes que cursaban con ergotismo y que eran expuestos a los yacimientos naturales de este gas. No es sino hasta 1624 que se describe la presencia de dióxido de carbono en estas exhalaciones naturales. Este abordaje se inició en Francia en 1932 para el manejo de úlceras venosas, pero el término “Carboxiterapia” se acuñó hasta 1995.
Su mecanismo de acción se explica al producir hipercapnia local y por lo tanto la potenciación del efecto Bohr (desviación a la derecha de la curva de disociación de la hemoglobina) lo cual produce un aumento de la concentración de oxígeno en los tejidos. Además que, la administración de CO2 disminuye el pH de forma local, lo cual provoca la vasodilatación de la microcirculación, favoreciendo: la reapertura de capilares cerrados, expansión de la vasculatura pre capilar, y en general aumentando el aporte sanguíneo tisular…
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